La democracia es un arma de autodestrucción en los países sin una cultura profunda construida en base a el conocimiento de la historia y la educación. Este tema es recurrente, y muchos progresistas pensarán que se atenta contra los derechos de las personas con siquiera imaginar un escenario donde se le prohiba el derecho del voto a un individuo.
Desde joven, como una persona que ha vivido en un país profundamente socialista, que ha seguido paso a paso los sistemas de control social de Marx, y ha practicado métodos para terminar de corroer y destruir la poca cultura, educación y valores que quedaban en la población, al ser privilegiado de tener unos padres educados me pude plantear a temprana edad "Mi voto no vale lo mismo que el de otras personas", ya que desde niño vi prácticas populistas que le quitaban mérito a los demás como votantes.
Ahí nace esta famosa pregunta ¿Una persona que cambia su voto por una bolsa de comida tiene el mismo peso al momento de elegir un gobernante o representante al igual que yo?, no es ina cuestión de clasismo, ya que de hecho, los políticos populistas son los clasistas que se aprovechan de la precariedad en la poblaciones más frágiles y así poder obtener popularidad, construyendo un sistema de recompensas y manejando un mercado de favores.
Las políticas públicas son una ciencia, la economía de un país también, a lo largo de cientos de años y cientos de países que han implantado medidas sociales de cualquier tipo, se ha podido recapitular la suficiente cantidad de información, y documentar de manera histórica los métodos que se han usado y cuales han sido las consecuencias y por qué. Es decir, al existir tanto material histórico documental, y poder identificar los distintos sistemas involucrados en la toma de decisiones, se puede hablar con bases y fundamentos qué es lo que sirve y qué no sirve.
Más allá de la economía que es una ciencia lo suficientemente estructurada y estudiada, donde se puede prescindir de datos históricos para las predicciones en el comportamiento de la misma. Y ahí es donde yo quiero llegar, muy pocas personas en general saben todo esto, el interés por la historia universal, por la política internacional, por la economía y como trabaja esta, además del conocimiento de la psicología social y como se puede manipular a las masas para cumplir una agenda política es muy limitado, pocos son los que tienen el conocimiento y criterio para evaluar las medidas de un político y su partido sin involucrar un sentimentalismo absurdo sobre un ideal distorsionado, y por esta misma razón la democracia quedó obsoleta.
En Latinoamérica ya no se trabaja en base a la lógica y lo que la nación necesita, los políticos hacen campañas sentimentales en base al rencor y sentimientos primarios para poder movilizar a la mayor cantidad de gente posible, es más fácil convencer a un individuo de que vote en contra de otro político señalándole lo que este ha hecho mal, en vez de hacerlo entender con su debida estructura del porque lo que tu propones está correcto, las masas no quieren explicaciones, las masas quieren sentirse identificadas, las masas quieren encontrar ese sentimiento en común, las masas quieren una respuesta a su malestar mas acentuado quitándole importancia a todos los otros problemas, una masa no va a analizar si las medidas que se están tomando atacan las causas o las cosencuencias, si te defiende o no te beneficia, a las masas ignorantes se les doman partiendo de sus sentimientos, y Latinoamérica está en ese nivel.
Toda persona que quiera tener la facultad de tener un voto, debería pasar por una prueba, o en au defecto, una escuela que le enseñe de manera objetiva acerca de historia tanto nacional como internacional, de política nacional como internacional, de economía tanto privada como pública, de psicología/sociología para entender el comportamiento de las personas en su propio país, y evaluar la capacidad de análisis crítico al momento de identificar los verdaderos orígenes de problemas que afectan a las naciones. Más allá de cualquier test psicológico, una educación de calidad en estos temas que son la base para entender el funcionamiento de la sociedad es necesaria para poder tener votantes con conocimiento y criterio.
Otorgarle a una colectividad ignorante, desamparada y volatil emocionalmente por la necesidad latente en cubrir sus necesidades fisiológicas; la capacidad de elegir a sus gobernantes, estos van a ir con el primero que les otorgue una respuesta inmediata a sus problemas diarios, en si defecto, si es hambre, comida, si es pobreza, dinero (porque los populistas nunca te darán trabajo, le quitarán dinero al pudiente y lo repartiran en forma de ayudas públicas), si hay un problema, señalaran al culpable, o sea, que van a cumplir con los deseos emocionales de la masa para poder ganar el agrado de la misma, sin complicaciones, sin explicar nada, siendo uno de ellos.
Por lo tanto, no creo ni creeré en la democracia, el sistema necesita ser renovado de manera urgente, en especial aquí en Venezuela donde necesitamos una revolución educativa y autoritaria que logre un cambio profundo y significativo en nuestra cultura y el pensamiento popular, se deben promover los valores positivos, la unión familiar, el trabajo, el desarrollo científico y el arte, se debe premiar el mérito propio y respetar las libertades tanto individuales como económicas, se debe castigar a el que rompa las leyes y que este sirva como ejemplo de lo que le sucederá a las personas que atenten en contra de los derechos ajenos. Autoridad, renovación y mantenimiento de la cultura, educación y la ciencia, estos serán los elementos que podrán salvar a Venezuela de su hundimiento en la eternidad comunista y tiránica.
Pero por ahora los gobernantes siempre serán un ejemplo de los habitantes de su país, y Venezuela no es la excepción a esta regla, ya que aunque muchos se consideren opositores por ideología política, comparten la misma mentalidad cómoda, llena de viveza y ajena a los valores positivos, al igual que sus gobernantes, y en mi opinión personal, lamentablemente Venezuela tiene a los políticos y gobernantes que en su gran mayoría se merece, porque somos el país de los influencers sin criterio, y de la normalización de los antivalores.
Gustavo A. Nouel Yépez, 22/05/2020
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