Hoy 25/04/2020 a las 9:24 am, me dio por escribir un artículo más divulgativo que de opinión, ya que hay muchas consecuencias económicas que estamos ignorando por las medidas autoritarias que están tomando muchos gobiernos, que a la larga afectarán más vidas de manera significativa, que el mismo Covid-19. Intentaré no tocar a profundidad el caso mío, el de Venezuela, ya que es sumamente especial y atípica la situación en la que estamos, debido a que es tan simple como decir Al gobierno central le conviene que estemos encerrados, no por el virus y sus riesgos, sino por el simple hecho de que no hay gasolina en el país ni manera pronta de reanudar el servicio al menos que se produzca un cambio político y económico significativo en el mismo.
¿A que me refiero con que la cura no puede ser peor que la enfermedad?, empiezo por aclarar que no estoy negando los riesgos del virus, estoy consciente de su alto índice de contagio, su porcentaje de mortalidad, y todas las consecuencias que el mismo acarrea sobre las personas infectadas. A lo que me opongo es a un autoritarismo que destruya la economía de los países, los presupuestos tanto de medianas empresas cómo de familias humildes, debido a que estos mismos gobiernos no tienen las agallas de dejar que los expertos hagan su trabajo, en vez de decidir ellos todo.
En países como República Checa o Corea del sur, han asumido medidas muy diferentes al de encerrar toda la nación hasta que se controle y empiece a bajar la cantidad de infectados. Pero esas medidas las tocaremos luego, quiero entrar es en las consecuencias económicas directas, y más dolorosas en el bolsillo de los habitantes de países subdesarrollados como los latinoamericanos. Es económicamente incomprensible pedirle a una familia de clase media-baja, que conforma la mayoría de la masa social de una nación, que de un día para a otro dedique su presupuesto actual para mantenerse 2 meses encerrado, mientras deja de percibir ingresos por su trabajo (teniendo en cuenta qué en una economía sostenible, es mentira que la mayoría de los empleos se pueden ejercer desde casa).
Es una medida sumamente autoritaria que atenta contra los derechos individuales, el arrebatarle la entrada de ingresos a personas que simplemente viven del día, o que no poseen la capacidad de generar ingresos desde casa, y todo esto debido a la incompetencia de un gobierno para guiar a sus habitantes, e introducirlos en un sistema que logre controlar la pandemia, y que a su vez no afecte su bolsillo y capital de la manera tan agresiva que está sucediendo ahora.
En países como Estados Unidos o España, se predice que los daños económicos causados por solo 6 semanas de cuarentena, va a tardar varios años en recuperarse, en especial Estados Unidos que pasó de romper records de crecimiento económico el año pasado, a ahora poseer la mayor cantidad de desempleados (causados por los despidos masivos debido a la cuarentena) en las últimas décadas, a su vez España que su crecimiento económico se encuentra en negativo, y se cuentan por miles los desempleados debido a los despidos. Y cabe destacar los genios económicos de su gobierno comunista, como Pablo Iglesias que desea darle un subsidio mínimo a todos los españoles debido al estado de emergencia, dinero que sale de los impuestos, que sale de los Españoles que trabajan, los cuales en estos momentos no pueden trabajar, en otras palabras, deuda y populismo puro al mejor estilo Chavista.
La cuestión importante es no encerrarnos en las perspectivas propias, e intentar colocarnos en los zapatos de la mayoría, en los zapatos de todos esos pequeños empresarios que generaban sus ganancias atendiendo a un público o una clientela en su local, todos los empleados de estos mismos establecimientos que se quedaron sin trabajo, todas esas personas independientes que vivían de lo que generaban al día, y que si le quitas la posibilidad de salir, le quitas su alimento diario. Se le forzó a todas estas personas, que gastaran sus ahorros si es que tenían en una cuarentena obligatoria e ignorante, debido a la incompetencia de sus gobernantes. Además estas son las personas clase media-baja, que poseen la capacidad monetaria para satisfacer sus necesidades básicas.
¿Pero que sucederá con los pobres? Según datos de la comisión económica para américa latina y el caribe, más de un 30% de la población se encuentra en la línea de la pobreza, y más del 10% vivían en pobreza extrema, y estos datos del 2018 se proyectaban en alta para los siguientes años, es decir, para más del 30% de la población en estos países es insostenible el hecho de gastar sus ahorros para no salir a la calle, POR EL SIMPLE HECHO DE QUE NO TIENEN AHORROS. Estos son los mayores perjudicados, y se proyecta según estudios de la ONU que 130 millones de personas adicionales estarán al borde de la inanición a finales de este año si sigue esta paralización anormal del aparato económico.
Parece que medidas como implantar un sistema de prediagnostico digital, para la posterior realización del diagnostico presencial de la enfermedad, de forma descentralizada por parte de los gobiernos es complicado, de sólo internar en cuarentena obligatoria a esas personas infectadas con el virus, de requerir uso de mascarillas, guantes, y otras medidas de seguridad a las personas que decidan salir de la calle, hacer ley el distanciamiento social, y la creación de aplicaciones para el control y mejor manejo de las personas que salen para una actividad no esencial, suena complicado. El deber del gobierno es guiar a la población y escuchar a los expertos, pero cuando un político quiere tomar acciones que le corresponden a un epidemiólogo, los resultados son los que se pueden observar.
No es cuestión de eliminar la salida, es de limitarla, no es cuestión de encerrar autoritariamente a sanos y enfermos, es de monitorear a los contagiados y a las personas que hayan tenido contacto con los mismos, no es cuestión de dejar a la gente sin empleo, es de ofrecerles ALTERNATIVAS, y por esas razones, la cura no puede ser peor que la enfermedad. El imitar los sistemas de países que han tenido experiencia con pandemias, no es bajarse los pantalones a nivel político, sino una muestra de madurez y humildad, pero aquí se evidencia que incluso en los peores momentos, es más importante cumplir con una agenda populista, que ayudar a la población con el problema real detrás de todo.
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